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Las manchas del jaguar

Las olas se desplazan en la oscuridad como un frente curvado hacia delante, parece un estampida silenciosa, gigantescos monstruos mitológicos cargando con el blanco sonido de la espuma que barre todo rabiosamente... todo para ir a morir a la orilla sin vacilar, sabiendo que su muerte no importa nada pues una nueva ola se forma para continuar el ataque, sabiendo que de alguna forma volverá como una nueva ola algun día.

Enfrenta las olas tan increiblemente llenas de vida aunque muertas contra lo que hay más allá de la arena, la sudoración pétreamente rectilínea de los seres humanos, tan vacíos de vida tras sus ojos pero tan vivos. Animales, animales a pesar de haber traicionado a su dios para dejar de serlo. En algun libro antiguo se nos cuenta eso como "pecado original", pero desde mucho antes incluso de que ese libro fuese escrito el hombre ya escarbaba en la herida decidido a hacer de ella una puerta a otro estado de percepción, arañando cada centímetro de hendidura intentando abrir espacio mientras a la vez predicaba su pecado y llamaba a la penitencia. El hombre. El hombre, el animal paradoja sigue siendo un animal como la paradoja sigue siendo una paradoja, existiendo a pesar de ser la expresión de un imposible. ¿Por qué? porque cada pedazo de cada animal sirve a un propósito, cada pata, garra, ala es esclava de los ojos fijos de la vividez, de la necesidad de seguir con la cabeza por encima del nivel del agua aunque el techo este cada vez más cerca. Nada hace el hombre por casualidad, cada linea en la poesía de su embarrada vida rinde tributo a lo que lleva grabado en sus entrañas desde que lo vió, un árbol, un pájaro, un billete, dos billetes, más billetes, sea cual sea su dios cada paso dado es para buscarlo, a tientas, desandando lo andado, lo marcado con la sangre que se le escapa a la fugaz criatura, la suya mezclada con la del mundo en el que se abre paso, futíl direis, pero decidido más allá de su propia decisión, es un autómata que apenas se cuestiona, y cuando se cuestiona se para oscilando con la mirada traicionada, saltando chispas de su cabeza rota por el esfuerzo, hasta que la hiedra lo abraza y se lo traga. No hay un dios, no hay un solo dios, ni siquiera los billetes en los que se cifra hasta lo indescifrable del amor o el odio, no, ni sus billetes omnipresentes, ommipotentes, son el dios único de los humanos porque los billetes de uno no son los billetes de otro y así mi dios no puede ser tu dios, sino que siendo lo mismo en las todas (las mismas) cabezas son lo contrario en distintas manos. El hombre es un animal recién llegado a la consciencia, encadenado a la roca de su conocimiento, comido vivo por el dolor, la culpa autoinflingida por decidir dejar de ser lo que es. El hombre es un animal ciego de dolor que se revuelve contra sí mismo, se alimenta de sí mismo y para su eterno horror no puede huir de sí mismo, y sus atisbos de razón son peores pues no se gastan en intentar dejar de ser un animal partido, sino en partir mejor a los demás animales... haced caso a las manchas del jaguar, hijos mios, nunca os fieis del humano, porque en sus fríos ojos sus razones son sólo suyas, la sangre siempre es la de los demás y su dios nunca será vuestro dios.

ridar


JL Borges "La escritura del Dios"

http://www.apocatastasis.com/la-escritura-del-dios.htm

Posted by: ridar en: 31 de Octubre 2005 a las 10:53 PM

me parece lo mejor que has escrito y yo haya leido.

Posted by: æ en: 1 de Noviembre 2005 a las 09:33 PM

gracias tio, tendre que reelerlo a ver si va a estar bien despues de todo...

Posted by: ridar en: 2 de Noviembre 2005 a las 08:11 PM Escribe un comentario









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